Francisco Solís
La novela Eleusis, de R. de la Lanza, tiene muchas capas. Explora el árbol genealógico de dos enamorados, las historias de vida que se tuvieron que cruzar para llegar al punto de su encuentro. Esto atraviesa las capas generacionales, sociales, religiosas y políticas que huelen a viejo pero que están impregnadas en el ADN de toda esta generación: el desesperado clamor por individualidad contra la poderosa y benévola institucionalidad de la tradición.
Brilla en todo el libro el amor como la fuerza motora y el punto en el que se pulen, refinan y disuelven todas las diferencias.
Creo que R. de la Lanza consigue que queden al desnudo los cruces culturales que configuran el carácter de estos tiempos. Resulta también una novela muy reveladora e instructiva, pues dentro de la historia, y por la misma formación del autor, se nos revelan algunos de los secretos de la comunidad mormona, su humanidad fuera del halo impenetrable en el que se envisten para enfrentar al mundo: sus dudas, sus pasiones, sus conflictos.
Convergen las tradiciones clásica, hebrea y cristiana, que sirven también para armar la metáfora del ser humano individual.
Es muy evidente el afán intercultural y de apertura, desde la elección de nombres para los personajes, en los que convergen las tradiciones clásica, hebrea y cristiana, que sirven también para armar la metáfora del ser humano individual, nunca libre de determinaciones culturales, familiares y sociales.
Y a pesar de la visión aparentemente pesimista de la narrativa, lo que brilla en todo el libro es el amor como la fuerza motora y el punto en el que se pulen, refinan y disuelven todas esas distinciones, pues es el amor lo propiamente humano. Como bien lo dice en algún lado: no es tanto la búsqueda de amar, cuanto la de ser amado. Lo recomiendo ampliamente. Si se lo encuentran por ahí, léanlo. Es una delicia.
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